Para no sentir, traté de no verte; para no llorar, preferí
la apatía; para no extrañarte, la indiferencia; para
no quererte, el odio. Para olvidarte, elegí simplemente no recordar; para
que sea menos doloroso, me anestesié el corazón con mentiras; para no
lastimarte ni lastimarme, quise evitarte. Para seguir viviendo, traté de
olvidar que tú también me olvidabas y que alguna vez nuestras vidas se juntaron
para compartir tantos momentos. Para ser feliz, conté tus risas; para estar
triste, lloré tus lágrimas; para sentirme querida, volví a buscar tus brazos.
Para sentirme odiada, recordé las veces que me buscaste; para no tenerle miedo
a la soledad, imaginé que todavía estabas; para pensar un poquito menos, fuí
egoísta como de costumbre y pensé en mi misma. Para corregir mis errores,
preferí borrarlos de mi memoria y creer que todo iba a estar bien; para no
necesitarte, me independicé a mi manera. Para poder cargar conmigo
misma, intenté olvidarme; para intentar detener el mundo, paré el tiempo en los
segundos que pasé sin tí y solo me quedaron los momentos más maravillosos. Para
obtener mi propio perdón, me auto-convencí de que tú estabas perfectamente
bien; para ocultar mi miedo a perderte, dejé que te fueras sin tratar de hacer
algo para impedirlo. Para no pensar en el presente y mucho menos en el futuro,
recordé el pasado; para no aclarar mis dudas, dejé que me conformara con los
inconstantes rumores. Para ayudarme a estar contenta, respeté mis decisiones y
con dolor, acepté el final que yo misma decidí. Para falsificar tu presencia,
me acerqué a ti aunque no me vieras. Pero hoy me propuse OLVIDARTE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario